Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno nació el 16 de mayo de 1917 en el estado de Jalisco. No se sabe exactamente si fue en Sayula, Apulco, la hacienda que su madre heredó de sus abuelos maternos, o en San Gabriel, un pequeño pueblo en el que Rulfo pasó parte de su infancia. Durante esta etapa, el estado se encontraba librando fuertes batallas por la guerra cristera, lo cual marcó la vida escolar del escritor, siendo víctima de interrupciones ante el conflicto por la elección del país entre la educación laica y la religiosa.

La escuela y los libros

En 1922, Juan Rulfo fue inscrito en el Colegio de las Josefinas, sin embargo, debido a la persecución que sufrió Ireneo Monroy, sacerdote y director de la institución, la escuela tuvo que ser cerrada y fue entonces que Rulfo continuó con sus estudios en el Colegio Luis Silva de Guadalajara para después asistir al Seminario Conciliar.

En medio de la muerte de su padre asesinado y de su madre quien murió de tristeza pocos años después, el futuro escritor, tuvo acceso a la biblioteca de Ireneo Monroy, quien, al marcharse a la Cristiada, dejó sus libros en la casa donde vivía Juan.

Cuenta el mismo Juan Rulfo que Monroy tenía muchos libros porque él se decía censor eclesiástico y recogía de las casas de la gente aquéllos que se consideraban prohibidos por la iglesia. Sin embargo, en lugar de desecharlos, los conservaba, encontrándose así en su biblioteca más libros profanos que religiosos. Algunos de ellos eran novelas de Alejandro DumasVíctor Hugo, Dick Turpin, Buffalo Bill, Toro Sentado.

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Los amigos y las influencias

Al igual que como habían sido sus inicios como estudiante, en los que se presentaron cualquier cantidad de vicisitudes que los llenaron de interrupciones, cuando Rulfo quiso inscribirse en la Universidad de Guadalajara, se encontró con que las instituciones de educación superior estaban cerradas como resultado de una huelga. Después, en 1934, al no conseguir revalidar sus estudios de preparatoria para cursar estudios profesionales, termina por renunciar a la educación superior y emprender una gran cantidad de viajes.

Entre sus destinos estuvo la Ciudad de México, en donde realizaba visitas a la Facultad de Filosofía y letras para escuchar a personajes de la talla de Antonio Caso, Vicente Lombardo Toledano, Eduardo García Máynez y Justino Fernández, entre otros. Todas estas personas y sus discursos fueron una gran influencia para el escritor en los siguientes años de su vida.

En 1937 trabajaba en la Secretaría de Gobernación como clasificador de archivo, tiempo en el que formó una de sus amistades más grandes e influyentes, con Efrén Hernández y más tarde en 1941, como agente de migración en Guadalajara, hizo amistad con Juan José Arreola, una de las relaciones más valiosas en la historia de la literatura mexicana.

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Talento joven

En 1944, Juan Rulfo conoce a Clara Aparicio Reyes, con quien se casa 4 años después, y es en los poemas que escribe para ella en los que se nota su gran estilo poético.

Poco tiempo después comienzan a aparecer sus primeros textos, el primero fue el cuento Nos han dado la tierra, publicado en el número 2 de la revista de literatura Pan. Macario salió en el número 6 de la misma revista y en el 48 de la publicación América del 30 de junio del siguiente año. Para 1947, se publica Es que somos muy pobres y es durante este lapso que Rulfo decide quedarse a vivir definitivamente en la Ciudad de México.

Entre febrero y marzo de 1947 entre Clara y Juan, por primera vez hablan sobre la posibilidad de escribir una novela, pero es hasta junio que el proyecto recibe un título tentativo: Una estrella junto a la luna, que en realidad, sólo era parte de la gestación de Pedro Páramo que tuvo una duración de por lo menos siete años, concluyendo en julio de 1954.

Madurez literaria

Rulfo también realizó estudios en fotografía, la cual le permitió abrirse a otras formas de expresión estética, muy distintas a la literatura, además de funcionarle como un puente que unía mundos aparentemente distantes, como el indígena y el espacio privado de la familia.

Se sabe que, hacia finales de los cuarenta y principios de los cincuenta, Juan Rulfo ideó un proyecto de publicación que enlazaba fotografía e historia de la arquitectura y de México, que tuvo como resultado la publicación de Meztitlán, Lugar junto a la luna, en el número 194 de la revista de turismo Mapa, de enero de 1952. El llano en llamas apareció en la publicación América en 1950, al igual que Talpa.

En septiembre de 1952, El llano en llamas y otros cuentos se publicó como el número 11 de la colección Letras Mexicanas del Fondo de Cultura Económica.

Los cuentos de Rulfo resultaron tener contenido nacional, pero con una estructura narrativa muy innovadora. Fue novelista, cuentista, fotógrafo y editor y se le reconoce por sus cuentos y novelas, además de su contacto con el cine como en el cortometraje El despojo y su participación en el film La fórmula secreta. Durante sus dos últimas décadas de vida, editó para el Instituto Nacional Indigenista una de las colecciones de antropología contemporánea más importantes de México.

En cada muestra de su trabajo, es posible apreciar la ficción, la historia, la tradición literaria escrita y los valiosos testimonios orales, así como las imágenes creadas a través de las palabras y las piezas fotográficas. El trabajo de Juan Rulfo deja prueba de una vanguardia estética e innovadora que muestra la cultura cristiana y la existencia de culturas indígenas en México y en América.