Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein (Pita Amor) nació en 1918. Con ascendencia española, alemana y francesa, fue la menor de siete hermanos y miembro de una familia aristócrata venida a menos como resultado de los cambios que trajo la Revolución mexicana.

Fue la mayor cultivadora del soneto, la décima y la lira en la poesía del siglo XX en México y se encontró con la poesía a los 27 años. La vida y obra de Pita Amor ha estado rodeada de controversia, de un efímero reconocimiento de su talento literario, y del estigma que le dejó la decadencia durante sus últimos años y la excentricidad generada por su aplastante voluntad de no seguir los convencionalismos sociales femeninos en México.

Especialmente bella desde su adolescencia, se convirtió en una mujer estrafalaria, que gustaba de usar vestidos escotados, mantones y capas caras y ostentosas. Fue pintada por Diego Rivera, Juan Soriano, Raúl AnguianoMartha ChapaAlfonso MichelRoberto Montenegro, entre otros.

A los 18 años inició su vida de soltera, rodeada de hombres que la amaban y mujeres asediantes. Vivía organizando reuniones prácticamente a diario en su departamento de Río Duero y Pánuco, a las que asistían literatos como Octavio PazCarlos FuentesElena GarroJuan José ArreolaPina PellicerJosé Revueltas y muchos personajes más. Pita Amor vivía de noche y dormía de día para mitigar la soledad y la angustia. 

La angustia y Dios

En alrededor de treinta libros, el tema predominante fue la angustia metafísica (Yo soy mi casa, 1946), las debilidades humanas y el acercamiento poco ortodoxo a la figura de Dios Padre y de Cristo. Esta temática es muy notable en Décimas a Dios (1953, uno de sus libros más reconocidos) y Sirviéndole a Dios de hoguera (1958). 

Muchas de sus obras constituyeron una audaz y encantadora defensa de ella misma y de su arte, y con brillante lucidez, la poeta se reafirma ante los fuertes ataques de otras personas del medio intelectual que declaraban que no era posible que Guadalupe Amor, joven, bella y extravagante, escribiera los versos que publicaba.

Con la aparición de Polvo, en 1949 Diego Rivera, a manera de homenaje, pintó a la autora en un enorme retrato; también recibió buenas reseñas del poeta zacatecano Roberto Cabral del Hoyo, así como del cuentista guanajuatense Efrén Hernández, ambas publicadas en la revista América.

En 1951, después de dos años de ausencia, Amor reapareció con un nuevo poemario llamado Más allá de lo oscuro, reseñado por José Luis Martínez quien señaló el peculiar manejo del lenguaje en la obra a través de la elaboración de expresiones directas, brutales y descargadas relacionadas con las vicisitudes de la vida de la autora y su acercamiento con Dios, haciendo que estos conceptos tradicionales se vieran actualizados en su proyecto literario.  

Tiempo después, publica su séptimo libro de poesía, Otro libro de amor (1955), editado por el Fondo de Cultura Económica (https://elfondoenlinea.com). En él muestra un cambio importante en la temática de sus versos. Esta vez, dejó el tema sobre Dios para enfocarse en un amor más carnal. También en esta etapa incursionó en la prosa narrativa con la novela semiautobiográfica Yo soy mi casa (nombre que compartía con su primer poemario) y el libro Galería de títeres

La tristeza y el desconsuelo

A los 38 años, decide tener un hijo al que no siente que pueda criar correctamente y decide darlo en custodia a su hermana mayor. Sin embargo, el niño muere ahogado en una pileta a la edad de 1 año 7 meses. Tal evento llevó a Pita Amor a un camino en picada de desconsuelo absoluto, sin querer ver a nadie. Su vida se volvió silenciosa en medio del aislamiento, ocasionando que entre 1960 y 1966 no publicara libros, se mantuviera alejada de la prensa, del ambiente artístico y de los personajes que siempre la rodearon.

Finalmente, la autora rompe su autoimpuesto encierro con la publicación de los poemarios Fuga de negras y Como reina de baraja en 1975 y con Breve zoológico prehistórico e histórico de Guadalupe Amor, aunque dichos títulos no recibieron la atención de los escritos que hizo antes de su encierro, los cuales siempre eran recibidos con presentaciones y reseñas.

Saliendo del encierro

De acuerdo con un relato de su sobrina, Elena Poniatowska, en 1972, aceptó dar un recital en el Ateneo Español y recitó poesía mexicana, desde Sor Juana hasta su propia obra, con un éxito brutal. “No cabía una persona más en el Ateneo. Cuando terminó su último poema duró quince minutos la ovación. La sala entera se puso de pie para vitorearla: ‘¡Pita! ¡Pita! ¡Pita!’ Algunos se limpiaban las lágrimas, lanzaban bravos para después acercarse a decirle que en muchos años nunca les había conmovido más…”.

Guadalupe Amor sale a un mundo diferente en la década de los ochenta. Todavía insolente y arrebatada todavía pero diferente, disminuida. Este periodo fue el último en el que Amor tuvo producción lírica. En 1981 publicó dos libros: A mí me ha dado en escribir sonetos y Las amargas lágrimas de Beatriz Sheridan. Más tarde se editaron Ese Cristo terrible en su agonía (1984), Los treinta y tres cristos de Guadalupe amor (1989), Las flores (1989), 48 veces Pita (1983) y La manzana de Marta Chapa: 20 sonetos y una carta, (1986).

Los últimos días

En la Zona Rosa, ya en sus últimos años, los transeúntes eran impresionados por su extravagancia y temperamento desbordado. Entre las calles de Génova y Amberes, Pita fue rescatada en varias ocasiones por el anticuario Ricardo Pérez Escamilla, o por Pedro Friedeberg y Wanda Sevilla que la llevaban a su casa. 

Finalmente, Guadalupe Amor murió sola el 8 de mayo del 2000 a los 81 años, en la Ciudad de México, después de pasar 2 años en cama y en un profundo silencio. Su poesía mostraba de manera única cómo percibía el mundo que la rodeaba, hablando sobre Dios, la muerte, la soledad, la angustia, la nada.